skip to Main Content

Moda en tiempos de Trump

  • Moda

El futuro es uno de los factores más importantes a los que responde la moda. Sin embargo, el mundo se encuentra en un era —tal vez oscura— en la que el futuro parece amenazar en lugar de inspirar a la industria.

Por: Loyda Muñoz

 

El 20 de enero de 2017, Donald Trump fue nombrado el 45º presidente de EE.UU. Desde entonces, los ojos del mundo estarían puestos en él y en sus acciones administrativas. Sería en esa misma semana que el Brexit se tornaría más real con el anuncio de las acciones a seguir, anunciadas por la Primer Ministra, Theresa May. Dos latitudes distintas, un mismo discurso: proteccionismo.

Las industrias (automovilística, alimenticia y agricultora, por mencionar algunas) se verán afectadas en múltiples aspectos: económicamente, en su capacidad de producción y comercialización, además de reconfigurar modelos de empleo y abastecimiento basados en la globalización. En tiempos de Trump y el Brexit, ¿qué le sucederá a la industria de la moda?

La moda es una de las industrias más fuertes a nivel mundial, en lo económico, en lo mediático y como fuente de empleos. De acuerdo con Business of Fashion, la industria está valuada en 2.4 trillones de dólares. Sin embargo, la base de esa fortaleza, paradójicamente, es el libre comercio y los tratados internacionales con Asia, Europa, el propio Estados Unidos, entre otros.

Aunque Trump y Gran Bretaña están totalmente alejados geográficamente, sus discursos tienen puntos que coinciden —sus acciones también— y que responden a un miedo común: lo extranjero. Así, la moda, basada en creativos, diseñadores, maquiladores, modelos y hasta editores extranjeros pasa por momentos de incertidumbre, tanto en América como en Europa.

Las acciones ante la inmigración encabezan dicha incetidumbre; May critica el modelo de outsourcing y los 797 mil empleados inmigrantes trabajando para ZARA, Gucci, Dior, H&M y Louis Vuitton en el Reino Unido. Mientras que Trump, parece muy preocupado por la inmigración ilegal (o de todo tipo), pero sin seguir su eslogan “Make America Great Again” cuando Melania luce atuendos de Balmain, Hervé Leger o cualquier diseñador no estadounidense.

Ahora bien, la industria de la moda en México tampoco puede estar disociada de los fenómenos del mundo, aunque probablemente las acciones del gobierno norteamericano sean las que más impacto tengan en marcas nacionales.

La posible renegociación del Tratado de Libre Comercio (que involucra a más de 500 millones de personas) podría reconfigurar las condiciones de exportación e importación de textiles, es decir, materias primas como hilos, telas, maquilas, y también de marcas con proyección internacional como Pink Magnolia o Benito Santos. Sin mencionar que los costos de dichos materiales podría dificultar las producciones a nivel masivo y, al mismo tiempo, elevar los costos de productos finales.

La era del desconcierto, El Pais (2016). 

Aunado a lo anterior, mucho se ha hablado de una posible recesión económica. Desde la última recesión en 2008, la moda aparece como una industria inmune a las dificultades monetarias; quizás esa racha se haya terminado en 2017. Los factores son varios: la moda ha cambiado mucho —en lo editorial, los consumidores y hasta la manera de comunicarla—, la crisis no vendría del sector inmobiliario, sino de políticas que impactan directamente las tasas laborales, los aranceles y hasta acuerdos comerciales. El sistema de la moda necesita de todo lo anterior.

Ante un panorama de posible recesión, lo primero que los compradores recortan son gastos (y más si se trata de compras a crédito o con intereses), por lo que la moda padecería este fenómeno. Para ejemplo, el Brexit, que si bien en los primeros meses de su anuncio las ventas de lujo repuntaron por el turismo de Asia, un par de meses después, Business of Fashion señalaba un “baño de sangre” en los mercados de lujo con pérdidas del 2% y una sociedad británica poco dispuesta a gastar en marcas de lujo ante la incertidumbre.

Hablar de la moda en tiempos de Trump y del Brexit va más allá de decidir quién vestirá a la nueva Primera Dama o si las marcas inglesas son más baratas con las conversiones de divisas, es reflexionar sobre consecuencias a corto y largo plazo en una industria que es fuerte por la diversidad y que sin ella, muchos de los grandes genios del siglo XXI, quizás no lo serían por un impedimento: los muros.

Ilustración de portada: Oscar Pinto.