Revolución o muerte: la caída de la barba
La vimos crecer con bellos recuerdos, no desistimos cuando recibimos comentarios negativos en la oficina y ahora, es tiempo de dejarla ir.
La reivindicación de la masculinidad en forma de barba poblada fue la batalla que se ganó en contra de la metrosexualidad, de la cual tuvimos el primer contacto por ahí del 2000. Tuvieron que pasar casi 10 años para que el término lumbersexual viera la luz: un juego de palabras simplón entre metrosexual y lumberjack.
La idea era fácil, transformar el concepto de “hombre feo, fuerte y formal” en una moda; aunque para efectos nada prácticos, ponía a los hombres largas filas en la lista de espera de las barberías mientras desembolsaban miles de pesos en productos y repartía frustración al no poder crecer una barba poblada; vamos, hombres metrosexuales con barba. Punto.
A partir de ahí, la barba y bigote se fueron adaptando a las necesidades de ellos, estilos de vida, propiedades foliculares y hasta la forma de la cara para terminar en algo tan cotidiano y común; algo popular, un reflejo de la moda actual, de la cultura pop y del entretenimiento.
La barba como tal une personas; hasta hace poco fue el antiguo amuleto más preciado de algunos, el accesorio nuevo y brillante de muchos y la flojera y descuido personal de otros. Sea cual sea la razón, la cultura purista del hombre barbón significa un estancamiento en la zona de confort al ser un estilo completamente aceptado por el pensamiento colectivo. Algo demasiado “safe” para mi gusto.
Desde el año pasado se han visto entusiastas de la barba abandonar estos ideales; el ejemplo más claro fue el del modelo escocés, Christopher John Millington al despedirse de su poblada barba (lo cual no es nada fácil para alguien quien basó su carrera completamente en ella).
Otros más, se mantuvieron estoicos ante la moda con su estilo personal, podemos poner un buen ejemplo con la permanente barba de tres días del diseñador Tom Ford.
Lo aceptemos o no, la industria de la moda dicta las tendencias que poco a poco van permeando (o tropezando) hasta caer en lo mainstream. Algo irrefutable es que lo único constante en la industria de la moda es el cambio pero, ¿por qué no es tan obvia la caída de esta tendencia?
La reprobación de la barba será muy lenta o posiblemente nula. Mientras algunas casas de moda como Lanvin o Bottega Veneta se han mantenido fieles al estilo clean-cut con una propuesta sólida (sin ser anticuada), más campañas publicitarias están apostando estilos muy alejados del vello facial en un intento de innovar. Algo aún más obvio es que el dinero siempre detonará los cambios sociales y culturales; mientras la barba deje de vender, las puertas se continuarán cerrando.
Texto por Rodrigo Herrera