
Aprender a manejar es como aprender a nadar
Tu vida depende de ello y, mientras más temprano aprendas, mejor.
Hay tres momentos importantes en mi vida que no solo me han hecho reflexionar, sino realmente cambiar la forma en la que manejo. El primero fue un accidente que tuvieron mis papás unos días antes de Navidad en 2022, cuando el auto en el que iban fue embestido a toda velocidad por una camioneta de batea con tumbaburros, conducida por una persona distraída con el teléfono. El auto quedó como pérdida total. El segundo fue un perro que atropellamos accidentalmente cuando íbamos camino a la Ciudad de México; casi provoca una carambola por los autos que venían a exceso de velocidad. Y el tercero fue mi último viaje hacia el sur, cuando vi por el retrovisor cómo un auto rebasó por la derecha, perdió el control y comenzó a desbaratarse antes de salirse de la carretera y dar vueltas hasta impactarse contra unos muros.
Todas estas son reglas básicas que aprendí mucho antes de tener 16 años y poder tramitar mi licencia de manejo:
1.-No manejes distraído (nunca uses el celular).
2.-Si vas en carretera y un perro o animal se cruza en tu camino, no debes dar un giro abrupto porque puedes perder el control.
3.-No rebasar por la derecha.
Los resultados de romper estas reglas a alta velocidad me hicieron darme cuenta de que manejar rápido no es lo mío. No hay nada que me obligue a ir tan rápido, e incluso los límites actuales de velocidad me parecen más que suficientes. ¿Por qué debemos ir más rápido? Presionar o ser presionados para acelerar. Por llegar antes, por llegar primero. ¿Quién les enseño a manejar?
Aun con estas experiencias que me erizan la piel, creo que nunca había tenido más miedo que cuando le presté mi auto a mi pareja. Tenía un miedo irracional de que iba a impactarse cada vez que salíamos. Por eso no pude enseñarle yo mismo, en un terreno baldío como se romantiza en las películas o caricaturas. Tomó clases con un profesional, en un auto especial para eso, en un instituto, como lo hice yo. Y fue entonces cuando recordé que yo también pedí aprender en una escuela de manejo antes de ir un segundo domingo con mi padre a la ciudad industrial a practicar.
Además de que el instructor de la escuela pasaba por mí durante una semana, tomé un curso adicional con la Policía de Tránsito después de clase. Ahí aprendí muchas reglas de manejo que entonces ignoraba, y algunas consideraciones como las distancias que se deben mantener con el coche de enfrente en carretera, o que los conductores mayores tienen un mejor tiempo de respuesta ante siniestros que los jóvenes. Pienso que esto tiene que ver con la experiencia y con saber cómo reaccionar en esas situaciones.
Lo que más se me quedó fue lo que vimos el último día: una presentación de PowerPoint con fotografías de automóviles impactados, personas atrapadas en los autos, cuerpos, miembros, rostros. Aún puedo cerrar los ojos y ver a aquella señora mayor, víctima de un siniestro, y se me revuelve el estómago.
Las víctimas fatales de siniestros viales son en su gran mayoría hombres (79%) y adultos jóvenes entre 18 y 44 años (54%), según la OPS. Además, en la región de las Américas, tan solo en 2021, 4 millones de personas sufrieron lesiones no fatales, 638,620 de ellas graves y con consecuencias permanentes. En México hubieron más de 381,000 accidentes tan solo en 2023 (Inegi) y más de 14,185 muertes viales, encabezado la lista Estado de México con 1,596 defunciones, Jalisco 954, Puebla 953 y Guanajuato 799 (Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, 2025).

Por eso digo que aprender a manejar es como aprender a nadar. Debes hacerlo lo más temprano posible. Siendo los accidentes de auto la principal causa de muerte entre jóvenes, tu vida —y la de los demás— depende de ello.
A ti, ¿quién te enseñó a manejar?
– Underdog