
El viento sabe que no soy de acá
Santiago se siente bien. Familiar, pero frío. La luz llega más tarde.
Aún estando en el extremo sur del planeta, no me siento extraño. Dudo mucho al escribir, me tengo que recordar que escribo para mí. Que no todo lo que hago tengo que sacarle algún provecho. No todo tiene que tener un propósito, simplemente existir, o ser, está bien.
Quiero escribir poesía pero lo único que sale de mi mente son emociones. Me siento sumamente sensible, en el buen sentido.
En la soledad se me destapan los poros, los miedos, y por ahí mismo pasan las alegrías.
Llorar no solo es producto de la felicidad o la tristeza. El viento helado en la cara –que es el mismo que pasa por la esquina de mi casa– me recuerda que no soy de acá.
– Rodrigo.
Santiago, Chile, 27 de abril de 2024