La apatía del consumerismo actual
Texto por Rodrigo Herrera
Uno creería que con toda la información que se encuentra en internet los consumidores tenemos lo necesario para poder hacer nuestras decisiones de consumo más responsables, pero no es así. En realidad, el problema es que hay demasiada información.
Hace un par de años los consumidores más interesados en propuestas sustentables sentían que ese mercado no estaba muy atendido. En 2018, el mercado de sustentabilidad en EEUU llegó a los 128.5 billones con un pronóstico de alcanzar 150 billones en 2021 (Nielsen). Al mismo tiempo un estudio realizado por Good.Must.Grow demostró que este interés por “hacer el bien” no se estaba reflejando en acciones, y que la ayuda real estaba disminuyendo. El estudio de siete años descubrió que los hábitos de compra responsables continúan disminuyendo en todo el país norteamericano, especialmente entre los más jóvenes (millennials) quienes se sienten menos informados sobre cómo consumir responsablemente cuando compran productos y servicios.
En palabras del estudio, los consumidores son “cada vez menos optimistas sobre el mundo en el que viven, menos confiados en su capacidad para impulsar el cambio y menos informados sobre cómo tomar las mejores decisiones”.
Los problemas sociales y medioambientales se encuentran entretejidos entre un montón de variables, los problemas se remontan a muchísimos años atrás y se encuentran en la médula de las cadenas que producen lo que compramos o los servicios que adquirimos, están basados en sistemas creados y confrontados por posturas y fuerzas intelectuales y hasta políticas diametralmente opuestas. Lo que por mucho tiempo llamamos “progreso”, es confrontado inevitablemente por sus consecuencias ambientales en todo el mundo –nunca antes habíamos tenidos refugiados climáticos por ejemplo. Cuando hablamos del calentamiento global, del cambio climático y la contaminación, muy pocas veces se trata como un tema urgente, se olvidan de utilizar la palabra “crisis”, y prefieren utilizar algo menos vinculante como “verde” u “orgánico”.
Elegir entre un producto o cosmético libre de crueldad animal y uno que no lo es, depende del etiquetado, y la responsabilidad final recae siempre sobre el consumidor (principio de la soberanía del consumidor). En pleno 2020 nunca habían existido tantas etiquetas para los diferentes “estilos de vida” que se insisten en vender. Nunca antes se había cuestionado sobre un etiquetado de productos altos en azúcar y grasa dirigido a niños, y nunca antes había existido quien los defienda. Otro ejemplo cotidiano lo vemos en los huevos de “libre pastoreo”, la anestesia cerebral de que al menos estas gallinas pudieron usar sus patas antes de descalcificarse produciendo huevos, me hace sentir mejor cuando voy al supermercado, pero es difícil llegar a conocer la diferencia que hace estas decisiones de compra a largo plazo, especialmente porque no estamos acostumbrados a cuestionar sobre el trato que se le da a los animales que consumimos, y mucho menos a la cadena de valor de las personas involucradas para que esa comida llegue a la mesa.
Las implicaciones ambientales y económicas de las grandes empresas son tan complejas y la ruta hacia la sostenibilidad tan a largo plazo, que durante mucho tiempo fue injusto demandar al consumidor actual el nivel de comprensión del problema, hoy no solo se necesita que comprendamos, se necesita que nos involucremos.
Comenzar a hacernos las preguntas más básicas como de dónde viene la comida que compramos, si se le pagó lo justo a quienes hicieron la ropa que vestimos, cómo utiliza los recursos naturales las empresas a la que compramos o hacia donde va la basura que desechamos debería ser el comienzo en tan invocada “nueva normalidad”: romper con la apatía del consumerismo actual.
El consumo y la producción sostenibles consiste en poder hacer más con menos. También se trata de desvincular el crecimiento económico (lo que hasta ahora se ha considerado como progreso) de la degradación del medio ambiente, incrementar la eficiencia de recursos y promover estilos de vida más sostenibles. Conoce más.