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¿Por qué apoyamos al underdog en las competencias?

La psicología detrás de nuestra atracción por quienes están en desventaja en los deportes, competencias, política, etc, está vinculada a nuestra respuesta a la desigualdad y la conexión emocional con las historias en las que la parte más débil continúa luchando ante todas las adversidades y probabilidades.

A continuación algunas explicaciones sobre el “efecto underdog” y cómo cambian las percepciones de las historias de personas, empresas y marcas por igual.

¿Buscamos un triunfo inesperado o que pierdan quienes siempre ganan?

Quisiera ser millonario, 2008

Una teoría expuesta por un investigador de la Universidad de California en San Diego, Nadav Goldschmied en un artículo de Vox, es que nuestro amor por los underdogs es una expresión de schadenfreude: placer que experimentamos debido a la desgracia de los demás. Se piensa que nos molestan los equipos poderosos que ganan todos los años, por lo que los apoyamos para que pierdan. Podría parecer lógico, pero no existe evidencia contundente. En los experimentos de Goldschmied, el apoyo de los participantes a underdogs estuvo condicionado si su victoria eliminaría al equipo favorito de los playoffs (spoiler). Esto sugiere que no se apoyaba tanto la desgracia sino un triunfo inesperado.

En ese mismo artículo se menciona un estudio, donde personas que leyeron descripciones de dos equipos de baloncesto ficticios que jugaban entre sí en una serie de siete juegos apoyaron al equipo descrito como el underdog el 88.1% de las veces.

Goldschmied, quien recientemente ha sido entrevistado sobre esta figura de underdog en el marco de las elecciones en Estados Unidos entre Kamala Harris y Donald Trump, dice que la narrativa underdog también ha servido para recaudar votos, en el sentido de alguien que trabajará mucho por sus votantes “si te quedas con nosotros, ahora puede que estemos un poco debajo, pero trabajaremos duro por ti y venceremos”.

También puede ser un tema de perspectivas, qué tan desfavorecido se está comparado con quién. Incluso Barack Obama, en entrevista con ABC en 2011, retomada por BBC, se autodenominó como un underdog: “Estoy acostumbrado a ser el underdog”.

¿Nos mueve la justicia o la esperanza en nuestras propias competencias? 

The Pursuit of Happyness. Foto: Zade Rosenthal

Un poco de ambas. A un nivel más profundo, el underdog puede interpretarse como una representación simbólica de las luchas cotidianas. En la vida, nos enfrentamos a momentos en los que nos sentimos en desventaja, sea en el trabajo, en relaciones personales o en la sociedad, y ver a alguien tener éxito contra todo pronóstico nos da esperanza y nos recuerda que, con esfuerzo y preparación, también podemos superar nuestros propios desafíos y aprovechar las oportunidades que se nos presente.

Una investigación publicada en el Harvard Business Review de Anat Keinan, Jill Avery, and Neeru Paharia, planteó la hipótesis de que las personas no sólo preferirían las marcas underdog, sino que lo harían porque se identificaban con sus características desfavorecidas. De hecho, en su investigación, las personas mostraron una preferencia por los underdog, más dramáticamente en un estudio que involucraba chocolate. Una marca tenía una historia donde la describían como pequeña y nueva, compitiendo contra empresas consolidadas como Lindt y Godiva. La otra marca tenía una biografía destacada, caracterizada por fundadores experimentados y un gran presupuesto de marketing. El resultado: el 71% de las personas encuestadas eligió el chocolate de la marca underdog.

¿Cuáles son los límites de nuestra simpatía y apoyo al underdog? 

Pequeños gigantes (1994)

Uno de los límites en los deportes está continuar apoyando a un equipo al margen de la eliminación de su liga o categoría. En términos políticos, el límite podría estar en haber alcanzado aquella posición de influencia o poder deseada.

En términos empresariales, Scott Allison, de la Universidad de Richmond llegó a la conclusión de que cuando lo que se pone en riesgo es algo considerable, la confianza cambia. En una parte de su estudio sobre el apoyo de la gente a todo tipo de underdogs, ya sea en los deportes, los negocios o el arte, las personas participantes leyeron un escenario en el que dos empresas competían por un contrato para probar el agua en Boise, Idaho. Inicialmente apoyaron a la empresa underdog por encima de la más establecida, pero cuando se les notificó que esta empresa estaría a cargo de examinar el agua para detectar posible contaminación cancerígena, prefirieron optar por la empresa más grande y establecida.

El apoyo al underdog es más que una simple preferencia deportiva o narrativa; está profundamente arraigada en nuestra psicología social, nuestras emociones y nuestras experiencias como personas. Nos identificamos con sus luchas, buscamos justicia, ansiamos lo inesperado y nos inspiramos en su capacidad para superar la adversidad. Nos recuerdan que independientemente de las probabilidades, existen las oportunidades para triunfar.