Quizás en otro lugar, de Arnoldo Kraus
Romina Paula en su novela Acá todavía, se pregunta si existe una estación del año adecuada para morir: “¿Hay un momento del año, una época, una estación más adecuada, más apropiada para sobreponerse, para emprender la sobreposición de la muerte de alguien que fue durante bastante tiempo parte del paisaje?”
“Desde hace dos años algunos muertos queridos visitan mis sueños, se meten en ellos, hablan, componen, recomponen, tocan, me tocan, hablan. No me dejan. En cuanto cierro los ojos empiezan a hablar”
El concepto de la muerte es tan amplio y ambiguo que puede tocarse y rodearse desde distintas vistas, literales o metafóricas, todas descansan en el fin de un ciclo.
A través de veintiocho relatos, Quizás en otro lugar, de Arnoldo Kraus (México, 1951) y publicado por Editorial Sexto Piso, devela distintas aproximaciones hacia la muerte. Cada historia, contada con tono sereno y asequible, encierra distintos personajes que merodean esta condición humana, a veces de manera cercana o vivencial, y otras, de forma sugerente y ficticia.
“Despedirse, decir adiós, sirve. Le sirve a quien marcha y a quienes se quedan”
El pensamiento de muerte trae consigo temores, aprehensiones y desajustes. Y no sólo referido al momento literal del desfallecimiento, sino a lo que éste desemboca alrededor: como momento de desolación o liberación.
“No siempre el aire es invisible. En ocasiones lo invisible hace tangible la vida”
Preocupa, agobia y se vive en un constante estado de precaución para evitar ese malestar de pérdida, de ausencia. Dejamos de habitar en plenitud temiendo la interrupción de la vida y su tranquilidad.
En Los Ingrávidos, Valeria Luiselli anota que en esta vida morimos muchas veces, como una constante destrucción y construcción incorpórea. La respiración es el hilo de la vida, y cuando un acontecimiento la altera, la serenidad cotidiana se desequilibra también, convirtiendo ese momento de crisis en una muerte simbólica.
“El cuerpo es una casa prestada. Algunas personas lo viven, otras sólo lo habitan. Vivirlo implica regresar, demoler y construir, preguntar para nunca dejar de preguntar. Vivirlo es sinónimo de movimiento”
Del mismo modo que mucho en el mundo de la medicina se trata de comparar síntomas, de estandarizarlos para generalizar y encontrar patrones y llegar a una ley, en una transición emocional y corpórea uno intenta poner en palabras procesos físicos y sensaciones para intentar describir el síntoma.
Desprendiéndose de su profesión como médico, Arnoldo Kraus inserta al lector en las descripciones de estos relatos, cuyo hilo conductor es la proyección al escenario de la desaparición, de lo confuso y de lo inevitable.