Un mejor futuro urbano
- En 1985 las Naciones Unidas designó el primer lunes de octubre de cada año como el Día Mundial del Hábitat con el objetivo de reflexionar sobre el estado y estructura de los pueblos y ciudades y el derecho básico de todos a una vivienda digna. En 2011, Aguascalientes fue la ciudad anfitriona de esta celebración bajo el lema «Las Ciudades y el Cambio Climático».
El 5 de octubre se celebra el Día Mundial del Hábitat, un recordatorio que todos tenemos el poder y la responsabilidad de moldear el futuro de nuestras ciudades y comunidades. El lema para 2020 es: “Un mejor futuro urbano: Vivienda para todos”
Se estima que desde antes de la pandemia, 1.800 millones de personas ya vivían en barrios marginales y asentamientos informales, viviendas inadecuadas o sin hogar en las ciudades de todo el mundo, siendo más vulnerables al COVID-19 al no contar con servicios básicos, espacio para el aislamiento y la exposición a múltiples peligros como la inseguridad alimentaria, la violencia, daños ocasionados por protestas, inundaciones, incendios y la contaminación. En México, 34 millones de personas habitan en casas construidas con materiales precarios o en espacios tan reducidos que impiden una vida digna, la crisis actual obliga a repensar algunos de los contratos sociales que no pueden volver a la normalidad, por ejemplo el concebir la vivienda como un derecho humano y las medidas para garantizarlo.
“El tema del alquiler como un elemento central en el acceso a la vivienda ha sido invisibilizado de las políticas públicas y se ve como un asunto de contratos y relaciones entre privados, como si fuera algo de salir a comprar un tomate o un pan. Se debe reconocer que la vivienda es un elemento esencial de la política pública, especialmente en tiempos de pandemia, donde es el frente de protección y preservación de la vida frente a la amenaza del Covid-19”.
–Raquel Rolnik, ex relatora de la ONU sobre vivienda adecuada.
Las desigualdades se hicieron más evidentes durante la pandemia
La crisis ha demostrando un impacto diferenciado, afectando a particularmente a personas indígenas y migrantes, mujeres y personas LGBTQI; grupos con mayor precariedad y falta de vivienda. Al mismo tiempo las comunidades han demostrado su capacidad para adaptarse y encontrar soluciones locales e innovadoras durante la crisis de COVID-19, demostrado que es posible abordar rápidamente las emergencias de vivienda y al mismo tiempo brindar soluciones temporales que incluyen:
Acceso a edificios, terrenos y espacios abiertos para pequeñas empresas esenciales, seguridad alimentaria, atención médica de emergencia y otras funciones vitales necesarias -incluyendo la respuesta a la violencia de género- mientras permanezca las restricciones de movilidad y aislamiento.
Moratorias sobre los desalojos por atrasos de pagos en el alquiler, hipotecas o desalojos forzosos, así como suspensión de los costos de servicios públicos y recargos durante la pandemia.
La crisis por COVID-19 ha demostrado cómo el éxito proviene de la colaboración, impulsando la idea de que garantizar el derecho a la vivienda para todos es una responsabilidad compartida
La rápida urbanización tiene el reto de lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles, con infraestructuras y servicios inadecuados para todas las personas que habitan. Para que las ciudades logren esto se debe orientar el desarrollo urbano y territorial para mejorar el bienestar de toda la población, no sólo unos pocos. Conoce más.