Entendiendo las masculinidades, en plural
Texto por Rodrigo Herrera, fotografía por Nodar Chernishev
La masculinidad puede ser entendida desde distintas formas, como una forma de vida para los hombres, un modelo a seguir y al mismo tiempo es una forma de ser hombre.
Uno de los pronlemas más recurrentes es que la palabra masculinidad suele entenderse equivocadamente como un sinónimo de hombre, en el momento en el que se le atribuye el significado social de la hombría misma, que es en realidad una construcción que abarca un proceso social, histórico y político muy por encima de su significado biológico. Sin embargo, las masculinidades no son lo mismo que hombres u hombría y no deberían utilizarse como sinónimo. Las masculindades entonces se refiere a las relaciones que son sustentadas, interesadas y que caracterizan a los hombres, y cómo a partir de ahí se crean relaciones con las mujeres y con otro hombres. Relaciones principalmente basadas en el poder. Por lo tanto no hay una sola forma de ser hombre y por eso hablamos de masculinidades, en plural.
Para ser exitosos, desde niños nos enseñan a seguir una definición muy lineal de lo que significa ser un hombre. Las consecuencias por salirnos de esa línea las aprendemos desde que tenemos uso de razón. A diferencia de la femineidad, la masculinidad tiene que ser demostrada, y eso lo vemos claramente en el uso de la fuerza física, la presunción de la heterosexualidad como norma (sumado a la violencia homofóbica que desata) y en el control de las emociones, atributos que rigen el modelo de masculinidad denominado hegemónica. Se espera que los hombres sean fuertes y formales, proveedores, exitosos, que tengan un auto, que puedan comprar una casa, y formen una familia. Cada una de estas expectativas son fuentes de satisfacción pero también de ansiedad para los hombres.
¿Por qué vale la pena cuestionar los modelos rígidos de masculinidades?
Aunque los estudios señalan que las mujeres son más propensas que los hombres a sufrir trastornos mentales como la depresión y ansiedad, algunos especialistas no están de acuerdo con los datos reflejados por las estadísticas de estudios epidemiológico, ya que no tienen en cuenta el hecho de que –en términos generales y por una cuestión social– a los hombres les cuesta más trabajo reconocer que tienen problemas psicológicos o emocionales y, por tanto, son más reticentes a pedir ayuda profesional”. Es entonces que hablar sobre estos temas, y la presión directa que tienen los estereotipos de género en los hombres, la concepción del éxito mismo y la gran necesidad de nuevos modelos y referentes masculinos positivos resulta crucial.
Además de que las estadísticas nos dicen que hay una gran cantidad de hombres que no la están pasando muy bien, no ha existido mejor momento para descubrir el papel que juegan los hombres en los movimientos sociales, y en la construcción de una sociedad más justa y sostenible, comenzando con la libertad de ser quien eres, y no quien se espera que seas.
La injusticia, desigualdad, discriminación y violencia se pueden entender a través de las relaciones de poder desigual entre hombres y mujeres, que son reforzados por creencias sociales, sistemas e instituciones (patriarcales), y es esta misma desigualdad la causa y consecuencia de muchas formas de violencia. Para cambiar esto es necesario un cambio estructural en estas relaciones, y sólo será posible a través de repensar las normas, creencias y costumbres que giran en torno a las prácticas masculinas que forman -y gobiernan a los hombres y los niños.
“El problema con el género es que prescribe cómo debemos ser, en lugar de reconocer cómo somos”.
– Chimamanda Ngozi Adichie
El hombre actual
Escondemos nuestros sentimientos, nuestra ansiedad y nuestros miedos.
Elegimos ser hombres cuando deberíamos ser humanos.
En nuestra mente pulsa la competencia, el éxito, y el ideal un físico fuerte.
Seguido, nos sentimos un fracaso por no tener brazos más grandes, una cartera más abundante, un puesto gerencial, una pareja estable, un mejor trabajo, una familia; y nos presionan y reprochan por eso.
Existe un ideal muy anticuado que se espera que los hombres llenen, para ser “hombres de verdad”. Pero no todos los hombres sienten que encajan en estas definiciones lineales y cada vez, más hombres comienzan a darse cuenta.
El concepto del “hombre actual” no es más que las múltiples realidades y expresiones que existen de ser hombre, y esta realidad es diversidad; una reafirmación de la libertad por encima de los límites construidos y a las normas impuestas.