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Adulthood: Tiempo para lavar la ropa

Texto por Rodrigo Herrera 

Fotografía Peter Flaherty 

Hace algunos años, me pareció ridículo cuando una compañera del trabajo se quejó con su supervisor porque no tenía “tiempo para lavar ropa y ver a su familia”. En ese entonces tenía 23 años y acababa de entrar a una agencia de publicidad.

La manera en la que llegué a ese trabajo fue muy inesperada. Me lo presentaron como un trabajo de verano, pero para mí era el primer trabajo “real”.  A las dos semanas supe que a la chica que estaba en mi puesto antes le había dado un “patatús”, un día se paró de su lugar y no volvió.

Yo estaba tan emocionado de que alguien quisiera contratarme, que ni siquiera pensé en cuánto me iban a pagar. Para quienes estudiaron comunicación, tal vez puedan sentirse familiarizado con la inhabilidad de muchos para ver su valor estratégico. No es por sentirnos especiales, más bien en el año que me gradúe, el promedio del primer sueldo de un egresado estaba en 3 mil pesos, mientras que para un egresado de derecho estaba en 6 mil. Ese día salí de mi entrevista comprobando que lo que más me sirvió en la universidad, fue conocer al profesor que me invitó a la entrevista. En este trabajo aprendí muchas lecciones dolorosas por haber borrado las líneas entre la vida personal y el trabajo.

Confieso que el tiempo que no estaba trabajando, me la vivía fuera de casa de evento en evento o de fiesta en fiesta. Todas relacionadas con el trabajo. Mis compañeros de trabajo se convirtieron en una familia, con algunos compartí el síndrome de Estocolmo. Un amigo que no era del círculo pero a quien siempre arrastraba conmigo me decía es como trabajar en McDonalds, comen McDonalds, hablan de McDonalds y sueñan con McDonalds. Pero bueno, yo me sentía muy libre. Libre de trabajar aparentemente en el horario que deseara, que muy seguido era con la computadora en las piernas desde mi casa enviando cambios de último minuto de lo que fuera.

Tal vez la chica que estuvo en mi puesto antes no renunció porque le diera un patatús. Tal vez sólo había tenido suficiente. Tal vez supo poner límites. ¿Cómo saber si tengo un buen balance del trabajo y la vida personal?  Si me preguntas hoy, tener tiempo para lavar ropa y estar con tu familia (así sea solo una persona o una mascota) es un buen indicador.