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Los hombres y el éxito I: Modelos a seguir

Texto por Lucio G. P.

Fotografía por Evan Atwood

Deglutimos cursos motivacionales, libros con consejos sobre cómo triunfar en el trabajo, nos suscribimos a canales de YouTube de CrossFit, descargamos podcast para saber cómo invertir nuestro dinero. ¿Hasta dónde seríamos capaces con tal de conseguir lo que queremos?

Esta plática surgió entre mi grupo de amigos a raíz del escándalo de NXIVM hace varios meses, la conclusión a la que llegamos fue como; a huevo, sólo un wey bien perturbado sería capaz de eso.

A los hombres se nos inculca mucho la idea de triunfar y de que el éxito es lo más importante desde pequeños: inicia con el típico ‘campeón’ que tanto se usa para alentar a los niños a ganar, y por ahí se asoma también en los estereotipos de la publicidad, luego se refuerza en los juegos o pasatiempos, y así poco a poco se vuelve algo tan cotidiano que no cuestionamos. Para mí, tiene que ver más con una fjación que con una motivación sana.

Cheleando y platicando con Jorge, Miguel, “El chango”, nos pusimos a hacer una lista medio en broma de tipos que consideraríamos “bien cabrones”. Uno mencionó al fundador de Apple, Steve Jobs, otro se fue a los cómics con Iron Man, también salió al tema Jay Z, y así fuimos creando una lista que anotamos en una servilleta. A la mañana siguiente, una vez que el entusiasmo etílico se había ido, releí la lista y no me pareció un mal ejercicio. En los días siguientes hice una tabla con algunas características de estos hombres, cosas que los hacían exitosos, por ejemplo su riqueza, fama o premios, y algunos atributos negativos que pudieran tener como por ejemplo controversias, juicios y hasta divorcios (quien diga que no le importa casarse, espere a que el resto de sus amigos lo hagan para empezar a sentir la presión). Cerré la lista en 13; Steve Jobs, Bill Gates, Mark Suckerberg, Roger Federer, C. Ronaldo, Barack Obama, Jordan Belfort, Steven Spielberg, Tom Cruise, Jay Z, Carlos Slim, Tony Stark y John McClane. Cuando terminé la pasé a un Google Form, se la mandé a mis cuates para que la rolaran entre sus conocidos (todos hombres); el Internet hizo su magia y la encuesta llegó hasta las 100 respuestas. Me sorprendió lo rápido que conseguimos las respuestas.

Lo primero que me brincó de mi básica encuesta fue que tuvieramos más o menos en el mismo concepto a Carlos Slim y Iron Man o John McClane, aunque siendo personajes ficticios, no dejan de ser modelos a seguir; parecería que muchos hombres somos capaces de pasar por alto cuestiones éticas, legales, y hasta morales cuando se trata de juzgar el éxito ajeno. Muchos mexicanos dicen ‘odiar’ a Slim o, por lo menos, no se expresan muy bien de él. En algunos círculos de confianza tal vez sí hablemos de vez en cuando de su astucia para los negocios. Como con todo, creo que no se puede medir el éxito solamente en lo material, en lo personal me cuesta trabajo ver la inspiración detrás del hombre más rico de México quién se sigue levantando a las 6am para seguir acumulando riqueza.

Igualmente interesante, aunque no tan sorprendente, fue el puntaje que obtuvo Barack Obama a pesar de haber ocupado la presidencia de los Estados Unidos, lo sigo porque incluso alguien con un enorme carisma y capacidad para la discusión como Obama, compromete parte de sus valores al ocupar la oficina oval y las decisiones que ahí se toman. Podríamos concluir entonces que el carisma y la popularidad son el tipo de éxito que más cuenta, ¿no? El maestro de las multitudes, quien siempre tiene la razón, uno de esos individuos que no sudan ni pestañean en ninguna circunstancia, ni enviando drones contra al Qaeda.

Sobre los grandes ‘padres’ de la tecnología: Steve Jobs, Bill Gates y Mark Zuckerberg. Aunque todos ellos tienen lo suyo en controversias tanto Jobs como Gates la libran bastante bien, mientras que la percepción que se tiene de Zuckerberg es muy jodida. Quizás a Jobs lo salve la muerte y a Gates la edad, pero. ¿qué pasa con Zuckerberg? Es dueño de una compañía que solía valer más del doble hace un par de años debido a lo especulativo del mercado y los escándalos de uso de información privada de los usuarios, además de que tiene toda la pinta de millenial que odian todos los mayores de 50 del mundo Si el tiempo y la muerte aparentemente pueden hacer que pasemos por alto escándalos personales, conflictos de interés, etc. seguramente a Zuckerberg le daremos el mismo trato cuando llegue el momento. Como conclusión: mayor distancia de tus conflictos, más grande es tu leyenda y, por ende, tu éxito. No extraña que muchos se salgan con la suya de esa manera: cometen faltas gravísimas para luego simplemente pasar a otro proyecto más ambicioso y positivo, haciendo tiempo para que a los demás se les olvide lo que hiciste mal porque sólo serán capaces de ver tu éxito más reciente, el más grande, el más atractivo.

Foto: Kirill Surov

El siguiente fin que me junté con mis cuates, les compartí los resultados y revisitamos la lista. Aquí me dimos cuenta de que ninguna de esas personas en verdad me servía como modelo a seguir. Francamente, no me extraña que termine completamente inmerso en una obsesión por el éxito o dinero con esta lista. A veces, sin darnos cuenta dejamos que nuestro trabajo y oficina se conviertan en lo que nos define, y en nuestra mayor fuente de nuestra ansiedad y una de las peores conductas; la competencia nociva.

Seamos jefes o subordinados, la competencia nociva se manifiesta en todos los niveles y en lugar de servir de motivación, es la causante de muchos problemas; empezando con la comunicación. Justo en esos días estuve involucrado en una situación tensa con un colega de trabajo, todo por una expresión que utilicé en un correo dirigido a toda la organización y que él malinterpretó. Resulta que este cuate se encabronó y me fue a buscar a mi lugar para reclamarme. Llegó un momento en el que se puso bastante intenso, al grado de que uno de sus compañeros de área lo fue a buscar para calmarlo.  Luego que se fueron, releí varias veces lo que escribí en ese correo y por más que traté no pude encontrarle lo ofensivo. Durante varios días estuve reflexionando si había hecho algo mal o si la traía conmigo; después me enteraría de sus problemas personales y la infundada amenaza que el creía que significaba para su puesto.